ANATOLI ONOPRIENKO
DE http://pobladores.lycos.es/channels/gente_y_ciudades/Asesinos/area/5
Anatoli Onoprienko, soltero de 39 años, padre de un niño pequeño, reconoció tras su arresto, en abril de 1996, haber masacrado a 42 adultos y 10 niños entre 1989 y 1996, en especial en la región de Jitomir.
El proceso de Onoprienko se demoró varios meses porque las autoridades carecían de fondos para costearlo y transportar sus 400 testigos a Jitomir. Finalmente, el gobierno central ucraniano proveyó el equivalente a 41.700 dólares.
Un tribunal ucraniano abrió un proceso judicial a Anatoli Onoprienko, 'el exterminador', un hombre procesado por haber cometido 52 asesinatos, ante un encolerizado público que reclamaba la cabeza del acusado, el cual comparece protegido por una jaula de hierro.
Cuando ejecutaba a sus víctimas, el asesino seguía un ritual: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un fusil y a las mujeres y niños con un cuchillo, un hacha o un martillo.
'No perdonaba a nadie. Después de sus asesinatos cortaba los dedos de sus víctimas para sacarles los anillos, o a veces quemaba las casas' en las que cometía los crímenes, dijo el juez de instrucción, Iván Dovbichtchuk. Incluso _prosiguió_ mató a un bebé de tres meses en su cuna.
Según las autoridades, el acusado ultimó a nueve personas en 1989 con la complicidad de Serhui Rogozin, 36 años, que comparece junto a él.
El motivo esencial de estos asesinatos era el robo, precisó el fiscal.
'Tengo la impresión de que quiere vivir, pero no estoy seguro de que podré evitarle la pena de muerte', explicó el abogado Roslan Mochkovski.
El cómplice, Rogozin, es un afgano de 36 años y veterano de la guerra de Afganistán, dijeron las autoridades.
La serie macabra se inició con el asesinato de una familia entera en su casa rural, el 24 en la Navidad de 1989. La continuación de los homicidios causó tal ansiedad en el oeste de Ucrania que eran muy pocos los aldeanos que se aventuraban a salir de noche.
Onoprienko definió su verdadera identidad ante los jueces del tribunal de Jitomir (Ucrania) que le juzgan. «Hace 10 años, yo era mitad hombre y mitad diablo. Me arrepentía de mis crímenes y deseaba suicidarme. Pero ahora soy el diablo en persona y no me arrepiento de nada. Soy el mayor asesino del mundo», confesó con orgullo el ejecutor en serie de 39 años educado en un orfanato estatal, donde declara que aprendió a «odiar a los hombres en silencio» y ex miembro del comité regional del Partido Comunista de la URSS. «Quería demostrar que la gente es débil y lo he demostrado», afirma en uno de sus testimonios.
Onoprienko hizo estas precisiones sobre su naturaleza satánica para explicar por qué asesinó en 1989 en la región de Zaporijia (Ucrania) a los cinco miembros de una familia, disparándoles con una escopeta recortada. Simplemente, no detuvieron el coche ante la orden del diablo. «Antes de quemar los cuerpos [de los adultos] maté a cuchilladas a los dos niños que aún estaban vivos», explicó ante los jueces recreando sus «juegos de muerte que sólo han empezado».
Los psiquiatras aseguran que Onoprienko goza de un «perfecto estado mental» y no puede ser clasificado en ninguna de las categorías conocidas de psicópatas. Tan sólo en la ciudad de Ratkovichi ha segado más vidas de las que provocó la II Guerra Mundial. «Para mí, matar significa lo mismo que hacer albóndigas. Soy un hombre, pero mi naturaleza es la de un animal», dijo.
Al diablo de Ucrania le gusta recrear con detalle su carrera de terror. «Llegé a Malim y tropezé con aquella casa en construcción. A través de las ventanas observé donde dormían los inquilinos. Primero maté a tiros al padre y al hijo mayor en sus camas. La madre me imploraba que no la matara. Creo que se orinó. Cuando me dio el dinero y las joyas la maté. Al bebé de la familia lo asfixié con una almohada en su cuna. En el tren, me bebí una botella de champaña que cogí de la casa», ha declarado Onoprienko, que liquidaba a sus víctimas utilizando un mapa de Ucrania para que los lugares donde asesinara «recordaran una cruz». Este ritual tiene su origen en Río de Janeiro, pues cuando Onoprienko era marino de la Flota soviética quedó «impresionado» ante la visión del Cristo de Corcovado con sus brazos en cruz.
«Cuando se apagó la luz, rompí la ventana con un hacha. Y en el momento en que el padre salió al patio le destrocé la cabeza a hachazos. Su mujer salió después y preguntó: "¿Dónde está mi marido?". Yo respondí que estaba en el patio y la maté. Luego entré en la casa y maté primero al niño, que lloró mucho mientras le golpeaba con el hacha y después a la niña, a la que decapité». Este es el relato que Onoprienko hace de la masacre de la familia Bondarchuck, a la que asesinó el 26 de febrero de 1996 en Malem.
Los ucranianos exigen la pena de muerte para el hombre que hace años pidió asilo político en España. Pero el presidente, Leonid Kuchma, -que también se declara partidario de aplicársela- ha decretado una moratoria a la pena de muerte -84 ejecuciones han sido aplazadas- para cumplir las exigencias de la UE, a la que Ucrania es aspirante.
Onoprienko fue detenido por casualidad en el mes de abril de 1996, siete años después de su primer asesinato, en una pensión donde su manía de ocultarse levantó sospechas.
Cien mil policías y soldados, además del Servicio Secreto, seguían en vano su pista.